Estos reflejos, que tienen su origen en el tronco encefálico, son esenciales para la supervivencia al ayudar al recién nacido durante el parto, la alimentación y a explorar su entorno. Con el tiempo y a medida que el cerebro madura, estos reflejos deben integrarse y desaparecer, dando paso a movimientos voluntarios más complejos.
Evaluación: Un especialista realiza una evaluación para identificar qué reflejos primitivos están activos y no se han integrado correctamente.
Ejercicios: Se prescriben ejercicios específicos que imitan los movimientos rítmicos que los bebés realizan en la etapa prenatal y temprana para favorecer la integración de los reflejos.
Práctica en casa: Estos ejercicios, que duran unos pocos minutos al día, se realizan en el hogar bajo supervisión profesional.
Seguimiento: Se realizan consultas de seguimiento periódicas para valorar el progreso y ajustar el programa de tratamiento.